enferman a maestros
Presiones cobran alto costo en salud de maestros
En la última década han aumentado hasta 30% las afecciones sicológicas; gastritis y depresión, otros padecimientos de docentes
ACTIVA. Tras el retiro en el servicio público, la profesora Victoria
Domínguez Hernández fue llamada por una escuela particular en donde
ahora sigue dando clases de alta costura. (Foto: RAÚL ESTRELLA EL
UNIVERSAL )
Martes 15 de mayo de 2012Nurit Martínez | El Universal
nurit.martinez@eluniversal.com.mx
Durante 30 años el cuerpo de Vicky guardó tanta adrenalina por su trato
con 150 alumnos de secundaria por semana que hoy colecciona
enfermedades. Tiene gastritis, colitis, hígado graso, estrés, angina de
pecho y depresión. Son parte de los trastornos mentales y enfermedades
que han crecido hasta en 30% en la última década entre los maestros de
México.
Estos padecimientos o enfermedades, que llegan a ser
discapacitantes, según los reportes del Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación (SNTE), provocan la ausencia de los
maestros en las aulas y se presentan lo mismo entre los jóvenes
profesores que entre los de larga trayectoria como Vicky, quien dijo:
“¡Hasta aquí! No me quería ir, pero la salud está primero”, y eso la
obligó a jubilarse.
“El nervio, el acelere hacen que el carácter
cambie, entonces es el momento de decir: ‘vete ahorita’”, confiesa en su
casa, a siete meses del retiro.
El anuario estadístico sobre las 20
primeras causas de “morbilidad hospitalaria” del Instituto de Seguridad
y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en el año
2010 reporta que después de la atención a embarazos y traumatismos,
fracturas o envenenamientos, los maestros demandaron mayores servicios
para atender la insuficiencia renal derivada de las complicaciones de
diabetes, y le siguieron las enfermedades del corazón, colitis, cáncer
por tumores, apendicitis, males intestinales, leiomioma del útero,
influenza y neumonía, enfermedades cerebrovasculares y las relacionadas
con enfermedades crónicas de hígado, entre otras.
Los reportes del
Colegiado Nacional de Seguridad y Derechos Sociales del SNTE a partir de
esos anuarios revelan que de 2007 a 2010 la incidencia de insuficiencia
renal se incrementó 31%, las enfermedades cerebrovasculares crecieron
12.3%, la enfermedad alcohólica y otras enfermedades crónicas del hígado
tuvieron un ascenso de 9.2%, las del corazón 8.5% y la colitis 8.1%.
Esos padecimientos se derivan de trastornos emocionales que se han
agravado. “No es nuevo que los maestros presenten afecciones sicológicas
por la presión a que se les somete al atender a un número importante de
estudiantes, pero el número de casos de depresión severa, ansiedad y
estrés se han agravado. Eso ha hecho que el sindicato lo convierta en
una demanda para que se consideren riesgo de trabajo, puesto que ahora
éstas y sus consecuencias como diabetes o cáncer no califican como
enfermedades profesionales ante el ISSSTE”, señala María Teresa Pérez
Ramírez, secretaria general de la sección 9.
“Desafortunadamente se
ha incrementado el número de casos de profesores que deben ser atendidos
en hospitales siquiátricos; por ejemplo, en nuestro caso en el San
Bernardino existe un número importante de los pacientes que fueron
maestros y que deben atenderse por algún trastorno”, puntualiza la
dirigente.
“Desde hace unos 10 u ocho años los trastornos por
depresión severa y ansiedad se han incrementado en un porcentaje
importante y en un grado menos hasta hemos tenido profesores con
esquizofrenia, algunos diagnosticados y otros muchos que no. Diría que
se incrementó 30%”, dice Ana Laura Huitrón.
Estas enfermedades
impiden la labor de los docentes y se convierten en discapacitantes en
el momento en que en esos trastornos se agravan con convulsiones por
crisis epilépticas, déficit de atención, autismo, depresión severa o
esquizofrenia, agrega.
Emma Rubio, del Colegiado Nacional de
Negociación, explica que el número de maestros de educación básica que
presentan neurosis, ansiedad y hasta esquizofrenia han llevado al
sindicato a recurrir al Acuerdo Presidencial 754, publicado en marzo de
1947, para otras enfermedades como laringitis crónica, derivada del uso
del gis o por hablar tanto, o afecciones de circulación, por estar tanto
tiempo de pie.
El acuerdo “protege con goce de sueldo a los
docentes por un periodo de seis meses iniciales y una prórroga de seis
meses más como máximo al personal que se encuentre inhabilitado
físicamente para continuar sus labores”, dice esa norma.
Pero ahora
se recurre a este acuerdo para proteger a los maestros, pedir su cambio
de actividad laboral y abrir espacio para su tratamiento. La
acreditación de enfermedades emocionales “es un proceso largo en donde
intervienen varias valoraciones médicas, pero desafortundamente están
ocurriendo”, describe Emma Rubio.
“Los jóvenes han cambiado”
La
maestra Vicky, Victoria Domínguez Hernández, que impartió durante tres
décadas la materia de Confección de Vestido e Industrial Textil en la
secundaria 212 “Itzjak Rabin”, atribuye sus afecciones al cambio en el
comportamiento de los adolescentes.
De ser tiernos, educados,
responsables y comprensivos pasaron a ser rebeldes, abandonados por sus
padres, con carencias afectivas y económicas.
Fueron muchas
tensiones, estrés y nervios porque ya no se les puede decir nada a los
niños debido a que de inmediato apelan a sus derechos, cuenta.
Además de su colección de enfermedades, lo que la llevó a decidirse a
jubilarse fue la acusación de una de sus alumnas ante los directivos del
plantel: “‘Nunca viene y nunca me enseña nada’, les dijo y esa es una
acusación grave para un maestro. Si faltaba era por enfermedad, no
porque quisiera”. Entonces, como un día le dijera su madre María Elena
Hernández, colaboradora del ex secretario de Educación Pública Víctor
Bravo Ahuja, “llegó el momento ideal para retirarse”.
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