El sistema de
calificaciones contribuye al fracaso educativo
Isaías Lara Klahr*
Mientras algunos
factores relacionados con el fracaso educativo mexicano son
claramente visibles, como la pobreza, la corrupción, la pasividad
impuesta al alumno o el bullying, existe un factor que pasa
inadvertido, pero es en realidad un terrible instrumento de
segregación social: el aparentemente lógico e inocuo sistema de
calificaciones –del 0 al 10– utilizado para evaluar a los
alumnos.
La evaluación tiene muchas finalidades:
diagnóstico, avance y rendimiento final; admisión a los distintos
niveles educativos y certificación. Enjuicia todas las conductas
académicas: apuntes, participación, trabajos, exposiciones y
exámenes. Para ser omnipotente, un sistema de calificaciones debería
incorporar los mayores avances teóricos y metodológicos, pero con
el nuestro sucede todo lo contrario.
Al traducir el libro Elaboración de tests, de
Adkins, el doctor Díaz-Guerrero encontró enormes dificultades para
hacer equivaler el sistema de puntajes de Estados Unidos, que va de
la A a la F, con el sistema de México, que va del 0 al 10. Dice que,
sin ningún fundamento estadístico, en nuestro sistema se requiere
un 7 de calificación para obtener una valoración de regular o
mediana, por desgracia de forma total e increíblemente asimétrica
(Adkins, op, cit, pág. 88). Apunta que ni siquiera nos
hemos interesado en encontrar quién fue el iniciador de semejante
forma de calificación. Luego explica que a fin de darle visos de
racionalidad matemática a esta manera de calificar utilizó
exclusivamente los números 5 a 10, para de esa manera producir
simetría y poder dejar el promedio en 7. Todo lo que se sabe acerca
de exámenes objetivos, nos dice Díaz-Guerrero, y acerca de la
estadística racionalmente aplicada a las calificaciones, indica que
el sistema de Estados Unidos es el correcto. Para comprender las
aberraciones de nuestro sistema hay que partir de que al aplicar a
grupos pruebas bien diseñadas, generalmente se obtiene de las
calificaciones una distribución de frecuencias cuya gráfica es
conocida como la curva normal teórica.
Según dicha curva, la mayoría (68 por ciento)
obtiene una calificación alrededor del valor central o calificación
promedio. En el sistema estadunidense la calificación media C es la
más obtenida por los alumnos, siendo el promedio, y como es
aprobatoria, 73.5 por ciento aprueba (porcentaje de alumnos que se
acumula de C para arriba) y sólo 26.5 por ciento reprueba. En
contraste, en el sistema mexicano, con una escala 0 al 10, la
calificación más obtenida es también la que ocupa la posición
central –en este caso 5–, siendo el promedio. Como 5, e incluso
5.9, es reprobatorio, la tendencia a la reprobación en México es de
62.5 por ciento. Esta es la salvajada autodestructiva: nuestro
sistema tiende a reprobar a la mayoría.
No nos engañemos pensando que el sistema de letras,
adoptado por el ex secretario Córdova Villalobos en la nueva
cartilla de la educación básica y por todo tipo de escuelas, ha
resuelto el problema. Es un cambio simulado, pues el verdadero
problema no está en si son letras o números, está en considerar
como reprobatoria la calificación promedio, inevitablemente
obtenible por la mayoría. Con toda seguridad los profesores no
entienden por qué la mayoría de los alumnos reprueba y, al ver que
los métodos objetivos no funcionan, recurren a métodos de
valoración subjetivos. Como nuestro sistema infravalora los
conocimientos que los alumnos adquieren con esfuerzo, los daña
motivacionalmente. Los profesores también resultan dañados al
reprobar a la mayoría de sus alumnos, y cuando ellos mismos son
evaluados sufren la misma suerte. Más que de calificación, este es
un sistema de descalificación que contribuye al fracaso educativo,
manifestado como deserción y bajo rendimiento en estándares
internacionales, con el consecuente daño social y desperdicio del
presupuesto.
Un cambio de sistema no implica bajar el nivel de
exigencia, sino usar la evaluación para reprogramar la enseñanza y
no para operar la exclusión. Varios países tienen sistemas en que
calificaciones promedio (50 por ciento de aciertos) son interpretadas
como aprobatorias, como Inglaterra, España, Chile, Paraguay,
Francia, Alemania, Argentina, Brasil, Canadá, Corea del Sur,
Finlandia, Irlanda, Japón, Noruega, Polonia, Rusia, Sudáfrica,
Suecia, etcétera, así como el bachillerato internacional. Varios
incluso aprueban con una calificación menor. En conclusión: urge
que en la elaboración de leyes secundarias de los artículos 3 y 73
de la Constitución se estudie a fondo el papel del actual sistema de
calificaciones.
* SicólogoTwitter: @IsaiasLara
isaias.lk@gmail.com
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