Como en los divorcios
cobardes, en los que una de las partes contendientes utiliza a los niños
como arma de ataque, otra vez Emilio Chuayffet quiere denostar la lucha
magisterial apelando al respeto que los niños merecen. Así lo hizo ayer
en San Lázaro.
Y si los niños de verdad le importaran al secretario de Educación y al gobierno de Peña,
sobre todo los más pobres, como dijo ayer, una verdadera reforma hubiera empezado por conocer el estado real de la educación: escuelas, niños sin escuela, métodos, usos y costumbres escolares en cada zona; se hubiera empezado por diseñar un plan maestro que no violentara la cotidianidad escolar; un plan de capacitación de maestros y un aumento de oportunidades para esos
niños pobres(algo más de 4 millones que no van a la escuela).
Pero su mal nombrada reforma educativa es dictatorial, abusiva,
tramposa, irresponsable y hueca desde el punto de vista pedagógico y
filosófico.
Al no escuchar de verdad a los maestros, el gobierno y sus servidores
en los medios están incitando el repudio social hacia ellos, que se
están defendiendo con lo único que tienen a su alcance: la protesta
social y la toma de calles. Si hubiera un poquito de buena fe, espíritu
democrático y verdadero interés en la educación, otro sería, sin duda,
el proceder de las autoridades.
Andrea BárcenaEl Correo Ilustrado.
http://www.jornada.unam.mx/2013/09/29/correo
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