Infancia y sociedad
Otra escuela posible
Andrea Bárcena
Con un gasto por alumno menor al
de Alemania, Inglaterra y Francia; sin privatizar la educación, sin lastimar a
los maestros y sin eliminar de la escuela las humanidades ni otros aprendizajes
que forman seres pensantes y creativos, Finlandia se erige, desde 2003, en
modelo de sistema educativo de máxima excelencia en encuestas internacionales,
sin que ese haya sido su objetivo. La clave está, dicen expertos, en una
concepción democrática y progresista.
Harri Stog, secretario de Estado de Educación de
Finlandia, desde2006, resume en una frase la importancia del proceso:
La Educación es la llave del desarrollo de un país. Por eso la nación nórdica dedica 11 por ciento de los presupuestos de Estado a financiar la enseñanza, que es pública, obligatoria y gratuita desde prescolar hasta la universidad.
Los finlandeses consideran que el tesoro de la
nación son sus niños, y los ponen en manos de los mejores profesionales. Los
mejores docentes se sitúan en los primeros años de enseñanza, donde se aprenden
los fundamentos de todo aprendizaje posterior. Se considera que hacia los siete
años el alumno se encuentra en la fase más sensible, cuando realiza las
conexiones mentales básicas que darán estructura para toda la vida. Por eso, se
considera esencial seleccionar a quien conduce este proceso.
Otras características del sistema educativo
finlandés que obligan a la reflexión son las siguientes: Ser profesor de
escuela es una de las profesiones de mayor prestigio en esa nación. Para ser
profesor hace falta estudiar una carrera de tres años más dos de máster. Se
requiere además una gran dosis de sensibilidad social.
La educación prescolar tiene la misma importancia
que la superior. Los niños empiezan a aprender a leer hasta los siete años,
cuando tienen la suficiente madurez intelectual. Los dos primeros años de
colegio los alumnos van a clase cuatro o cinco horas al día y tienen pocos
deberes. Hasta 6º de primaria suelen tener el mismo maestro en la mayoría de
asignaturas. Hasta 5º no hay calificaciones numéricas, para no fomentar la
competencia ni las comparaciones. No se persigue la memorización, sino la curiosidad,
la creatividad y la experimentación. No se quiere transmitir información, sino
que se aprenda a pensar. Cada colegio tiene autonomía para organizar su propio
programa de estudios.
¡Olvídense del PISA y los indicadores de rendimiento!, recomienda a otros países Jukka Sarjala, artífice de la reforma escolar en Finlandia,
los exámenes deben ser sólo instrumentos de ajuste de método, nunca una herramienta de control y competencia. Sin duda, nuestra SEP tiene muchísimo que aprender.
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