Educación en vilo
Javier Flores
Una reforma educativa elevada a
rango constitucional y el encarcelamiento de la líder del sindicato de
maestros, Elba Esther Gordillo, aparecen hoy como los elementos principales en
el escenario de la educación en México. Pero la pregunta que surge es: ¿de qué
manera estos acontecimientos se reflejarán (si es que lo hacen) en el
mejoramiento del sistema educativo de nuestro país?
La reforma constitucional en materia educativa
promulgada por el presidente Enrique Peña Nieto el martes pasado determina,
entre otros temas, un servicio profesional docente en el que el ingreso, la
permanencia y la promoción de los maestros estarán basados en exámenes de
oposición, con lo que los criterios principales serían los méritos académicos
de los docentes. Como se coloca en el centro a la medición del desempeño, se
dispone la creación de un Sistema Nacional para la Evaluación dotado de
autonomía, el cual, entre otras funciones, determinará los criterios con los
que se practicarán las evaluaciones no sólo a los mentores, sino a todo el
sistema educativo.
Si bien estos aspectos pueden ser vistos en frío
como muy positivos, diferentes especialistas han identificado en la reforma
importantes limitaciones. Para poner un solo ejemplo: ¿cómo decidir sobre la
permanencia de un maestro cuyos alumnos tienen limitaciones en el aprendizaje
del español, las matemáticas y las ciencias, si no se le ha dado la opción de
actualizarse en estas disciplinas? Para no mencionar otros temas como los
salarios, la alimentación de los niños y adolescentes, o la falta de gises y
baños en muchas escuelas.
Todo parece indicar que una vez que ha sido
llevada a la Constitución esta reforma, el verdadero debate habrá de producirse
a la hora de elaborar las leyes secundarias. La reforma al artículo tercero,
tal como fue promulgada, no parece ser, por sí misma, una solución al rezago
educativo. Determinar una relación directa entre las evaluaciones y el aumento
en la calidad educativa resulta complicado si no se toman en cuenta otros
factores.
Por otra parte, Elba Esther Gordillo está en la
cárcel, completamente anulada de cualquier participación en los temas
educativos del país. Las acusaciones de desvío de los fondos sindicales en
beneficio de la maestra y sus allegados, es decir la corrupción, difícilmente
se extenderán a otras organizaciones gremiales donde esta práctica es lo común.
De este modo, el gobierno toma el timón de la organización sindical más grande
de América Latina y de sus mecanismos de control sobre los trabajadores, así
como de su eficiente estructura electoral. Los beneficios, si se les puede
llamar así, son principalmente políticos. En el terreno educativo, en el
contexto de los cambios constitucionales, con esta medida se elimina quizá una
fuente de chantajes que dificultaría la aplicación de la reforma, pero eso es
todo.
Mientras tanto, la educación en México es un
desastre. Los resultados de la prueba Pisa que aplica la Organización para la
Cooperación Económica (Ocde) colocaron en 2009 a los jóvenes mexicanos en el
último lugar en lectura, matemáticas y ciencias entre los países miembros, y en
las posiciones más bajas (el lugar 44) en un grupo de 65 naciones
seleccionadas. Los jóvenes de 15 años examinados en ese año en nuestro país
apenas alcanzan el nivel 2 de lectura, en matemáticas se encuentran en el 1 y
en ciencias en el 2 (en escala que va de 1 a 6); esto muestra un nivel
bajísimo, aunque algunos observadores se engañan celebrando progresos ridículos
entre los resultados comparativos de las pruebas aplicadas en 2006 y 2009.
Pero, volviendo a la pregunta inicial: ¿de qué
manera la reforma educativa elevada a rango constitucional y las modificaciones
en la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación se
traducirán en el mejoramiento educativo en nuestro país? Hoy nadie tiene la
respuesta.
Si consideramos las evaluaciones internacionales
como Pisa en lectura, matemáticas y ciencias, habrá que esperar hasta 2015 o
2016, es decir, hasta la segunda mitad de este sexenio para tener algún dato
confiable. Los resultados de la prueba Pisa de 2012, por ejemplo, cuando se den
a conocer, servirán apenas de control o línea base para poder hacer
comparaciones con los progresos educativos (si es que los hay) que logre
nuestro país hasta 2015, año en el que se realizará la próxima evaluación
internacional.
Curiosamente a quien se estará evaluando en ese
momento es al gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, pues sabremos si
sirvió de algo la reforma educativa que ya habita en nuestra Constitución, ¿o
no?
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