Reforma educativa incompleta
Javier Flores
¿Cuáles son los alcances de la
reforma educativa emprendida por el gobierno que encabeza el licenciado Enrique
Peña Nieto? El doctor José Narro Robles se refirió recientemente a este tema.
Las ideas del rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
difícilmente pueden ser pasadas por alto.
Narro dijo que esta reforma, que ha sido aprobada
ya en 20 estados de la República, es sólo una parte de lo que se necesita para
mejorar la calidad educativa en nuestro país. Lo anterior sugiere que, a su
juicio, es una tarea incompleta si no se hacen muchas más cosas que permitan
lograr que se produzca la verdadera transformación de un área que es crucial
para el presente y futuro México.
Lo primero que conviene destacar en lo dicho por
el rector de la UNAM es que una reforma debe tener carácter integral, que
observe a la totalidad del sistema educativo nacional y no sólo algunas de sus
partes. En la actualidad se trata de un sector que se encuentra completamente desarticulado,
en el que cada uno de sus componentes se mueve en direcciones diferentes y, en
ocasiones, contrapuestas.
Por ejemplo, los esfuerzos para la formación de
los cuadros indispensables en la ciencia, la tecnología y la innovación,
necesarios para propiciar el desarrollo económico de México, se ven a menudo
obstaculizados por la existencia de programas obsoletos y la deficiente
preparación de los docentes en los niveles básicos, con lo que se crea un
abismo que requiere de gran inversión de recursos humanos y materiales para ser
subsanado.
El rector de la UNAM se refirió también a la
necesidad de poner énfasis en la enseñanza de las ciencias y las matemáticas,
que son los talones de Aquiles del sistema educativo mexicano, a juzgar por los
resultados siempre desfavorables en las evaluaciones internacionales.
Cada vez que el presidente Enrique Peña Nieto se
refiere al necesario desarrollo científico y tecnológico del país, recurre al
ejemplo de otras naciones, en particular el caso de Corea, que en unas cuantas
décadas logró revertir su posición como una nación en desarrollo –situada, en
varios indicadores, incluso por debajo de México– hasta convertirse en una de
las mayores potencias económicas del orbe. Esta nación puso el énfasis en la
enseñanza de estas disciplinas.
En este punto cobra gran importancia el tema de
la formación de los maestros, pues no es posible formar a los estudiantes en
estos y otros campos si los profesores carecen de la preparación necesaria.
Este es sin duda uno de los mayores retos: invertir y crear los dispositivos
por medio de los cuales los sectores que cuentan con los conocimientos puedan
transmitirlos a los maestros. Aquí aparece una gran responsabilidad para las
propias instituciones de educación superior y las organizaciones científicas,
algunas de las cuales cuentan con la experiencia suficiente para emprender esta
tarea.
Ligado a lo anterior, Narro señaló que una
reforma educativa debe dirigirse también a modificar la infraestructura, lo que
significa transformar las escuelas en las que los jóvenes son formados.
Enfrentar el reto que significa resolver las carencias en el equipamiento de
los salones de clase y los laboratorios, los cuales –es doloroso reconocerlo–
en algunas regiones de nuestro país carecen de lo más indispensable.
También Narro se refirió a la necesidad de
atender el tema de la calidad de los planes y programas de estudio en todos los
niveles educativos, y a la necesidad de realizar una evaluación permanente de
los mismos, así como de todos los actores involucrados con la educación en el
país, lo que incluye a las instituciones y autoridades relacionadas con este
tema.
El breve recuento que hizo el rector de la UNAM
permite observar algunas de las lagunas que existen en la reforma que se ha
emprendido. Habrá que esperar a que algunos de estos elementos sean
contemplados en la elaboración de los ordenamientos secundarios. O tendremos
que esperar otros tiempos, para que nuestro país pueda emprender una auténtica
reforma educativa.
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