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jueves, 24 de enero de 2013

"se someten a los dictados de los centros de poder"




Usos políticos de los problemas educativos
Manuel Pérez Rocha

Hace diez días, Martín Carnoy y Richard Rothstein, dos de los especialistas en educación estadunidenses más reconocidos, publicaron una detallada y metódica investigación, la cual, entre otras cosas, pone en evidencia el abuso político que los gobernantes pueden hacer de los problemas educativos y de la investigación educativa. En este detallado estudio, editado y difundido por el Instituto de Políticas Económicas (EPI, por sus siglas en inglés), con sede en Washington DC, los autores señalan: “Los reformadores de la educación invocan usualmente el relativo mal desempeño de los estudiantes estadunidenses para justificar cambios en la política escolar (…) pero –advierten– frecuentemente sus conclusiones derivadas de comparaciones internacionales están sobresimplificadas, a menudo exageradas y son engañosas”.

En su estudio, Carnoy y Rothstein muestran cómo el secretario de Educación de ese país reaccionó, en más de una ocasión, con precipitación injustificada para apoyar sus políticas escolares. Ante los resultados insatisfactorios de los estudiantes estadunidenses en las pruebas internacionales (PISA y TIMSS) este funcionario alegó, sin sustento, que el problema radicaba principalmente en los jóvenes hispanos y afroamericanos. Estos investigadores señalan: “Conseguir que las políticas educativas estén basadas en evidencias es una de las metas que se han propuesto los tomadores de decisiones en los 20 años recientes… pero las interpretaciones de los resultados de las pruebas internacionales deben hacerse con mucho más cuidado que el que tienen comúnmente quienes dictan las políticas”. Los autores hicieron un análisis detallado de los resultados de esas pruebas agrupando a los jóvenes según sus condiciones sociales, económicas y culturales; los resultados son muy distintos a los usados precipitadamente por el secretario (promedios nacionales) para hacer sus afirmaciones e impulsar sus políticas. Entre otros datos, encuentran que los jóvenes estadunidenses de los sectores económicamente desfavorecidos han presentado una mejora sustantiva y constante en los años recientes.

“Estamos seguros de esto –dicen Carnoy y Rothstein–, la peor decisión es hacer juicios basados solamente en los resultados promedio nacionales, en una sola prueba y en un solo momento, sin comparar las tendencias en diferentes pruebas que buscan medir lo mismo y sin desagregar los estudios en grupos según clase social. El análisis que hemos presentado en este informe debe prevenir a quienes toman las decisiones que deben comprender este contexto antes de sacar conclusiones de pruebas como PISA o TIMSS.”

El pasado día tres de este mes, David Brooks, corresponsal de La Jornada en Nueva York, publicó un largo reportaje que documenta la manera en que en Estados Unidos las fuerzas políticas están haciendo uso de las reformas educativas: “La ofensiva de los autoproclamados reformadores de la educación está compuesta por algunas de las fuerzas más poderosas del país, entre ellos los hombres más ricos de Estados Unidos, el gobierno federal, el sector financiero, los grandes medios y cabilderos, quienes afirman que el problema central de un sistema de enseñanza público en descomposición son los maestros de baja calidad y sus sindicatos que defienden el statu quo”. En un artículo previo, el mismo Rothstein censuró la manera como los políticos estadunidenses han hecho de los maestros un chivo expiatorio.

Si en el párrafo anterior escribimos México en vez de Estados Unidos queda perfectamente descrito el origen político de la mal llamada reforma educativa ya aprobada ¡en un mes! ¿Por qué se dieron los nuevos gobernantes de este país sólo un mes para hacer una reforma educativa de nivel constitucional? ¿Cuál fue el diagnóstico? ¿En qué información se basó? ¿Cuál fue el marco filosófico y pedagógico que la orientó? ¿Cuáles son los criterios y valores en los que se sustenta? ¿En qué espacios y con qué actores se discutió? Quienes la impulsaron y avalaron fueron los dirigentes de los partidos políticos, los organismos empresariales, las televisoras y la funesta OCDE, o más precisamente su secretario general, el señor Gurría; son ellos quienes constituyen el Estado que recupera el mando de la educación pública mexicana, son ellos quienes gobiernan a este país desde hace décadas; por eso no necesitaron más tiempo, se trata de continuar un proyecto en marcha.

“Este trabajo –advierte un documento titulado Avances en la reformas de la educación básica en México, una perspectiva desde la OCDE, publicado hace unas semanas– se publica bajo la responsabilidad del secretario general de la OCDE. Las opiniones expresadas y los argumentos empleados en este informe no necesariamente reflejan los puntos de vista de la OCDE ni de los gobiernos de los países miembros”. De modo pues que, aun cuando las reformas educativas se imponen en México apelando a la supuesta autoridad de la OCDE, quien las impulsa y avala es el señor Gurría, que acude presuroso y con mucha frecuencia a nuestro país para pontificar acerca de la educación nacional y dar instrucciones al gobierno. Además, como es sabido, estas colaboraciones de la OCDE (o de su secretario general) no obedecen a su generosidad: al país le cuestan cantidades millonarias por cuotas al organismo y por generosos pagos específicos con motivo de cada estudio y cada documento del que, además, la OCDE no se hace responsable. Un maestro de la CNTE nos hace ver cómo en este nuevo informe de la OCDE queda manifiesto que es desde ahí que se toman las decisiones en materia educativa en este país. En el mismo, podemos añadir, están omnipresentes los vicios metodológicos señalados por Carnoy y Rothstein (generalizaciones sin fundamento y falta de contextualización) y la ideología de ese organismo.

Como ocurre en casi todos los ramos de la producción material, también en el campo educativo los colonizados gobernantes y negociantes de este país desconfían de nuestras propias fuerzas para resolver los problemas nacionales; en vez de apoyar a los cuerpos de profesionales, científicos y técnicos que desarrollen sus soluciones (y en materia educativa son muchos), se someten a los dictados de los centros de poder de donde importan conocimientos, tecnología y herramientas, y con ellos un proyecto de educación y de país.

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