Algunos compañeros
todavía no son conscientes de los alcances de la reforma educativa, por
eso me doy a la tarea de escribir estas líneas.
Enfrentamos
una de las agresiones más brutales de las últimas décadas en cuanto a la
reforma educativa se refiere y tengo claro que no solo con adjetivos
entenderemos los alcances o afectaciones que dicha reforma tendrá en
materia laboral, pero sobre todo en materia social. Entendamos que dicha
reforma quita el sentido social, mercantiliza la educación y rompe con
las conquistas de los trabajadores plasmadas en la constitución política
de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, en cuyo artículo tercero se
indica que la educación que imparta el estado debe ser gratuita y laica.
Ahora, en lugar de obligación, se quiere establecer que el
estado debe garantizar la educación de calidad. Se introduce el término
de calidad con visión mercantilista. La educación se maneja como
mercancía que será bien o mal pagada dependiendo del producto. Los niños
ahora se convertirán en el buen o el mal producto, reproduciendo así un
modelo deshumanizante.
Cambia el contexto del mundo del
trabajo docente. Los profesores pertenecen al apartado b del artículo
123 y con la reforma educativa se desaparecen los derechos de los
trabajadores de la educación convirtiéndolos en servidores públicos
sujetos a una ley administrativa en el artículo 3°. Se rompe la relación
bilateral con el sindicato que solo servirá como instrumento
decorativo. La función del sindicato la planteará la patronal o en todo
caso el Instituto Nacional de Evaluación pues será quien defina la
promoción o permanencia del trabajador. Si no hay eficiencia el patrón
despide, perdón decide. En la mentada autonomía del INE se podrá
gestionar su financiamiento y asesoría del extranjero, quienes por
supuesto dictaran las reglas políticas en materia educativa.
Es
una reforma privatizadora pues en uno de sus transitorios propone la
autonomía de gestión en las escuelas. Avala la participación social de
profesores, autoridades, padres de familia o toda aquella persona
interesada. Podemos hacer una pausa y pensar en que la iglesia o las
empresas, quienes podrán “invertir en la educación” con fines
particulares y de esta forma quien paga decide lo que se enseña. Como
complemento está la propuesta de escuelas de tiempo completo que reduce
la matricula a la mitad pues en escuelas donde había dos turnos ahora
solo habrá uno, de esta forma se sobresaturaran los grupos y se
asignaran lugares apartados de casa a los estudiantes, quienes
terminaran por optar por una opción particular. Agregar que hoy en día,
en algunas escuelas de tiempo completo, son los padres los que tienen
que pagar un maestro de inglés y de computación, sin olvidar el pago de
cuotas, kermes, uniformes de forma obligatoria, etc. Entendamos que ya
no hay obligación del estado, el costo de la educación corre por cuenta
de los padres de familia. Eso si el estado se reserva el derecho de los
planes y programas de estudio. ¡Se descentraliza lo económico pero se
centraliza lo ideológico!
Hoy en México vemos una agresiva
campaña mediática de desprestigio contra el magisterio. Luego, estamos
en el comercial del consenso donde todos reconocen la crisis educativa,
para luego salir con las descalificaciones y el ataque directo a los
docentes, se anularán las voces críticas.
Habrá que hacer
reconocimiento que la verdadera calidad en la educación es una cuestión
multifactorial pues la sola evaluación de los docentes en nada
contribuirá a la mejora. Lo educativo debe ser la propuesta, la pregunta
crucial es ¿Qué modelo de sociedad queremos? Uno de visión
mercantilista neoliberal como lo que se quiere imponer o uno visión
social que privilegie lo humano para el ser humano.
Saludos fraternos
Secretario de Asuntos Académicos SUTIEMS
Alejandro Carrillo
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