Reforma educativa: primero la pedagogía, luego la
administración
Manuel Pérez Rocha
Las recientes reformas a los artículos 3 y 73 de la
Constitución no son una reforma educativa, esto lo reconocen todos los
conocedores de la materia. Sólo la propaganda gubernamental insiste en que se
ha hecho una reforma educativa generadora de múltiples beneficios, y bombardea
a la población con mensajes de todo tipo y por todos los medios, con múltiples
promesas de una pronta vida mejor. Así busca legitimidad el
nuevo PRIque nos ofreció lo mismo con las
reformas educativasde Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas y Zedillo (ni hablar de las del PAN).
Aun entre quienes promovieron las nuevas reformas
legales, muchos reconocen que lo hecho no es una reforma educativa; pero,
dicen, es la base, el marco que dará sustento legal a la reforma educativa en
puerta. Uno de los promotores más enjundiosos, conductor de un programa de Canal
Once, dijo con entusiasmo desbordado:
Tenemos ya el recipiente, ahora viene el contenido. Esta analogía no da para mucho, apenas para advertir que todo recipiente determina muchas de las características del contenido posible; por ejemplo su volumen, su peso, su potencial acción corrosiva u oxidante, sus límites de temperatura y sus eventuales alteraciones bioquímicas. No es sensato, pues, comprar una vasija antes de saber con qué la vamos a llenar.
Las flamantes reformas constitucionales imponen
condiciones laborales de excepción al magisterio mexicano y confinan, por
supuesto, las posibilidades de la necesarísima reforma educativa. En todo caso,
estas reformas legales buscan
mejorarel obsoleto sistema escolar; con ceguera inadmisible sólo persiguen
eficientar(sic, por el horror de la palabra) la administración de uno de sus componentes: el magisterio. La mayor parte de los demás elementos se dejan intactos; algunos, de gran trascendencia, ni se mencionan (como el contexto sociocultural), y se desatienden las relaciones entre todos ellos; y, lo más grave, se pasa por alto el proyecto del conjunto, de los fines de la educación (con sus múltiples factores), y la relación de la labor de los maestros con la definición de las finalidades de esta central tarea del Estado y de la sociedad.
Esta limitada percepción de los retos de una
auténtica reforma educativa se defiende en la exposición de motivos de las
nuevas reformas constitucionales con el siguiente argumento:
El proceso educativo exige la conjugación de una variedad de factores: docentes, educandos, padres de familia, autoridades, asesorías académicas, espacios, estructuras orgánicas, planes, programas, métodos, textos, materiales, procesos específicos, financiamiento y otros. No obstante, es innegable que el desempeño del docente es el factor más relevante de los aprendizajes y que el liderazgo de quienes desempeñan funciones de dirección y supervisión resulta determinante. En atención a ello, la creación de un servicio profesional docente es necesaria mediante una reforma constitucional; el tratamiento de los demás factores podrá ser objeto de modificaciones legales y administrativas en caso de estimarse necesarias.
Es necesario leer con atención ese párrafo. No
justifica que la creación de un servicio profesional docente requiera de una
reforma constitucional, se afirma que así es y a callar; en la práctica la
susodicha reforma se reduce a ese servicio pues el
tratamiento de los demás factores(educandos, padres de familia, autoridades, asesorías académicas, espacios, estructuras orgánicas, planes, programas, métodos, textos, materiales, procesos específicos, financiamiento y otros) podrá ser objeto de modificaciones legales y administrativas en caso de estimarse necesarias (¡!).
Pero no solamente necesarias, son inaplazables
las reformas legales y administrativas que den
tratamientoa muchos de los demás factores. Es indudable que el reto de una verdadera reforma educativa tiene que ver en primer lugar con los planes y programas, los métodos, los textos, los materiales, los procesos (de educación, enseñanza y aprendizaje). Los avances en los medios de comunicación, las nuevas tecnologías y los fenómenos culturales contemporáneos hacen urgente una revisión a fondo de todos estos
factores.
Un ejemplo: el reto no es simplemente
actualizarlos planes y programas, sino revisar el concepto de
plany
programa, sus funciones en el proceso educativo, la relación de los maestros con estos instrumentos y la forma de elaborarlos y modificarlos. Es indispensable introducir las reformas legales y administrativas necesarias para que en esta tarea participen los maestros. Sin embargo, en la Constitución se reafirma sin más que
el Ejecutivo federal determinará los planes y programas de estudio de la educación prescolar, primaria, secundaria y normal para toda la República, y los maestros quedan con el encargo de ejecutarlos, y con docilidad, de lo contrario tendrán
consecuencias, amenazó el secretario de Educación. Aquí queda claro un ejemplo de cómo el
recipientedetermina el
contenido.
En la segunda parte de ese programa de Canal Once
al que me he referido, todos los participantes insistieron en que la reforma
educativa tiene que ser, ante todo, una reforma pedagógica. Uno de ellos citó
una atinada definición del doctor Carlos Muñoz Izquierdo, uno de los más
prestigiados investigadores en materia educativa en el país. Palabras más o
menos (cito de memoria), Muñoz Izquierdo sostiene que
la tarea del buen maestro es adaptar el programa de estudios a las necesidades de cada estudiante. Tarea enorme pues implica no sólo conocimientos y destrezas, exige un compromiso y una dedicación que no se desarrollan con programas de estímulos económicos, con carreras magisteriales burocráticas y estandarizadas sustentadas en el cumplimiento fiel de instrucciones verticales.
Los maestros militantes de la CNTE se han ocupado
desde hace años de la reforma pedagógica. Las secciones de Oaxaca y Michoacán,
presentadas malévolamente por los medios como rijosas contumaces, han elaborado
sendos proyectos de educación que deben ser estudiados; otros maestros de la
CNTE, en todo el territorio nacional, también han desarrollado experiencias
innovadoras muy valiosas. Sobre estos asuntos, la CNTE inicia el próximo mes de
marzo una intensa actividad en todo el país que concluirá con un Congreso
Nacional de Educación los días 25, 26 y 27 de abril próximo. Es indispensable
prestar atención a estos ejemplares y valiosos esfuerzos.
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