Educación media superior: el gran reto de la década
Enrique Calderón Alzati /II
La modificación constitucional
aprobada hace unos meses por el Congreso, la cual establece la obligatoriedad
de la educación media superior para toda la población que termina la educación
secundaria, constituye hoy un enorme desafío tanto para la sociedad como para
el gobierno que inicia.
Lo es para todos los jóvenes que ahora tendrán
que ir a la escuela tres años más, para no verse en desventaja al buscar un
empleo en el futuro; lo es para los padres de familia que deberán seguir
asegurando la alimentación y otros gastos que hoy pueden ser sufragados con los
ingresos de los miembros de la familia que han cumplido los 15 años, y lo es
también para los hogares en los que las niñas son responsabilizadas de la
atención del hogar, cuando la madre trabaja para incrementar los ingresos
familiares.
Pero implica también una enorme responsabilidad
para el gobierno que recién inicia sus actividades, al enfrentarse con una
situación realmente compleja: en primer lugar porque, no obstante que el
sistema de educación media superior ha crecido enormemente en la última década,
sólo atiende a menos de 70 por ciento de la demanda potencial de jóvenes entre
los 15 y 17 años que viven en las ciudades de más de 150 mil habitantes,
mientras en las zonas rurales de alta marginación, apenas llega a 34 por
ciento, con un porcentaje promedio de 50 por ciento para todo el país, lo que
implica un faltante de cerca de 4 millones de jóvenes que no asisten a la
escuela y que constituyen en su mayor parte, el segmento más importante de los ninis,
al que ha hecho referencia el rector de la UNAM en repetidas ocasiones.
Brindar los servicios de educación media superior
a este grupo de jóvenes disperso por todo el país, representa un reto mayúsculo
ante la falta de profesores preparados, pero también de recursos económicos,
pues hasta hora al no considerarse como un derecho universal, los recursos
destinados por el gobierno federal a proporcionar este servicio han sido
insuficientes, y se complementa con el casi total desentendimiento de muchos de
los gobiernos estatales en torno al tema.
Por otra parte, es un hecho conocido y fue
señalado en la primera parte de ese documento, que la calidad de la educación
que se ofrece tanto en las escuelas públicas como privadas deja mucho que
desear, siendo también la regla que a mayor nivel de marginación, más bajos los
niveles de desempeño de los estudiantes, tanto en matemáticas con comprensión
lectora, con diferencias en los puntajes que llegan a ser mayores en 30 por
ciento en las zonas urbanas sobre las rurales.
En un estudio titulado La geografía de la
educación media superior, próximo a ser publicado por Tecnología Educativa
Galileo nos encontramos que, si bien en el área de matemáticas se ha dado un
avance generalizado aunque reducido en mayor o menor grado en todas las
entidades del país, éste no ha sido el caso de la comprensión lectora, donde,
salvo raras excepciones, los puntajes a partir de 2009 han sufrido variaciones
positivas y negativas sin lograr ningún avance significativo excepto en unos
cuantos casos, poniendo de manifiesto que no existe una estrategia clara de
cómo mejorar los niveles de desempeño de los estudiantes, a diferencia de
matemáticas, donde se podría decir que varios estados vienen avanzando
sistemáticamente en cada nuevo ciclo escolar.
Es nuestra impresión que para superar este gran
reto, al menos en el caso de las matemáticas y seguramente las ciencias que
tenemos enfrente, el único camino posible es el de la utilización inteligente
de la tecnología, con un modelo educativo diferente al que se ha venido
empleando hasta ahora, en el que se han ignorado sistemáticamente las
habilidades innatas de los estudiantes para resolver problemas de manera
visual, forzándolos por el camino de la mecanización y la supuesta memorización
de reglas, que para ellos carecen de sentido.
Por otra parte, los niveles de conectividad
digital cada día más amplios en el país, pese a los esfuerzos de Telmex que, en
su afán de incrementar sus utilidades, hace hasta lo imposible por continuar
con sus estrategias monopólicas (a este tema dedicaré un artículo
próximamente), ofrecen la posibilidad de encontrar nuevas posibilidades de
ampliación de los servicios educativos mediante el establecimiento de una red
nacional de telebachilleratos, como el que hoy opera en Veracruz, con
magníficos resultados, para los muy limitados recursos con que viene
funcionando.
Hasta hoy, los recursos tecnológicos que se han
venido empleando en los sistemas de educación básica han estado centrados en la
idea de que con comprar computadoras e instalarlas en las escuelas, la
educación va a mejorar en forma automática. Craso error, desde luego, como lo
ha sido también pensar que con dotar a los profesores de
habilidades digitalesserá suficiente. No, para tener el beneficio esperado es necesario pensar de otra manera, integrando el uso de la tecnología (e incorporando las inmensas posibilidades que ella ofrece) a los programas educativos y nunca pensando en los nuevos recursos tecnológicos, para hacer lo mismo que se ha venido haciendo cuando sólo se tenían libros, cuadernos y pizarrones, pues las facilidades que ofrece la tecnología son tan inmensas como diferentes.
Este no ha sido el caso, desde luego, en la
educación media superior, donde lo que se ha venido haciendo es aún peor, pues
los miles de computadoras de que han sido dotadas las escuelas se han dedicado
básicamente a los estudiantes que seleccionan las materias optativas de informática,
bloqueándolas incluso para las demás materias. El Centro de Estudios Avanzados
del IPN, y en menor grado la UNAM, han estado preparando profesores de
matemáticas con un visión moderna, pero con un impacto limitado a escala
nacional. En estas condiciones el reto para las nuevas autoridades educativas
federales es inmenso; deseamos y esperamos que en ello tengan éxito por el bien
del país.
El problema de la comprensión lectora de los
estudiantes cuando terminan la EMS es de otra dimensión, y como ya mencioné,
parece no tener una solución hasta ahora, en el sólo contexto del sistema
educativo formal. De ello escribiré más adelante.
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