SINDICATO DE LA UNIÓN DE TRABAJADORES DEL INSTITUTO DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR DEL D.F.

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lunes, 25 de febrero de 2013

LA VOZ DE NUESTROS AFILIADOS

SINDICATO DE LA UNIÓN DE TRABAJADORES DEL INSTITUTO DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR DEL DISTRITO FEDERAL
 (SUTIEMS)


Tlalpan, D. F., 22 de febrero de 2013.

Sr. José Santos.

P r e s e n t e .

Al leer la respuesta que dirige usted a mi amigo y compañero, el DTI Francisco Martínez, con respecto a la arbitrariedad que, en su momento, usted mismo cometió conmigo, no puedo dejar de sorprenderme ante la facilidad que tiene para mentir.

Dudo que lo que en ese escrito expresa usted, repito, en lo concerniente a la situación por la que me hizo atravesar, se deba a su desmemoria. Antes bien, estoy profundamente convencido de su dolo y cobardía que le impide reconocer los hechos tal y como sucedieron.

Permítame, en todo caso, refrescarle la memoria, señor Santos. Luego de haber sido acordado por el SUTIEMS y las autoridades en turno del IEMS-DF, en la JLCA, fui reinstalado como DTI a este Instituto, señalándome como lugar de adscripción el Plantel Iztapalapa II “Benito Juárez”, en el que usted fungía como Subdirector de Coordinación; asimismo se acordó que me presentara para reincorporarme a mis labores, el lunes 7 de septiembre de 2010, en el Turno Vespertino, y así lo llevé a cabo.

Esa mañana usted le había dejado la indicación al Jefe de Servicios que aun cuando yo me presentara para reincorporarme a trabajar, no me fuese permitido registrar asistencia, ni se me indicara cuál sería mi carga académica ni qué cubículo ocuparía, sino hasta que usted se entrevistara conmigo. Luego de una hora de esperarlo, por fin se presentó usted a su oficina y con el tono de prepotencia que le caracteriza, me dijo que usted no podía recibirme en “su” Plantel (enfatizando que el Plantel que coordinaba era “suyo”), en las circunstancias en que yo me presentaba a laborar, es decir, acompañado por mi madre, y que a usted no le interesaba si existía o no un acuerdo ante la JLCA, ni la naturaleza del mismo, debido a que “moralmente” usted estaba obligado a manifestarme su desacuerdo con respecto a que yo acudiera a trabajar llevando conmigo a mi madre. ¿Acaso ya no recuerda, señor Santos, sus palabras con las que me decía que el día en que usted estuviera “impedido” físicamente para valerse por sí mismo, jamás entorpecería la vida de un hijo suyo obligándolo u orillándolo a que se hiciera responsable de usted?, ¿ya no se acuerda, señor Coordinador, cuando yo le agradecí, por educación, que me expresara “su opinión”, y le señalé que, sin embargo, la suya era tan sólo una opinión, y que en el rubro de las opiniones podía haber divergencias, y que yo no opinaba como usted, a lo que me respondió que bien podría ser así, pero que usted era el Coordinador del Plantel y su opinión, en ese caso era la única válida?

Ante la presión del acuerdo legal con el que se ordenaba mi reinstalación, aún cuando usted se negó a reconocerlo, tuvo que asignarme grupos y cubículo, mismo que se encontraba en el piso superior de un edificio: no mienta, señor Santos, ni sea jactancioso, ni peque de falsa modestia, llenándose la boca al decir que me asignó un “cubículo cómodo por lo de mi señora madre”, no cometa hipocresía. Y precisamente porque usted siempre ha considerado que sus opiniones tienen calidad de verdades absolutas, erigiéndose por encima de la JLCA, condicionó mi reincorporación al Instituto, a que yo, en un período de diez días (a más tardar el 17 de septiembre de ese año, aprovechando el asueto por las fiestas patrias), “resolviera” mi situación, mientras tanto yo podía, o no, asistir al Plantel, a fin de cuentas era “su” Plantel, y usted podía dar permisos especiales con toda la discrecionalidad que su amigo Alberto Ceciliano le otorgaba.

No cabe duda, señor Santos, que además de escribir con mentiras, lo hace con ignorancia (y no me refiero a sus faltas de ortografía, para mi buena fortuna usted no es mi alumno y su torpeza ortográfica no me incumbe), pues yo no decidí dejar de asistir y continuar con mi demanda, lo cual habría sido improcedente, puesto que el acuerdo legal de mi reincorporación al IEMS-DF ya era un hecho que sólo usted, con su miopía intelectual, jamás alcanzó a ver. Por sus arbitrariedades, señor Santos, por su despotismo, por su bajeza y por todo lo que a usted le caracteriza como un hombre incapaz de sujetarse a la legalidad (prueba de ello, evidente para todos, es su compulsión por fumar en lugares públicos al interior de las instalaciones y oficinas del IEMS-DF, sólo porque está usted en “su” Plantel, y como cacique que ha sido, considera que puede hacerlo sin importarle infringir la Ley), me vi en la necesidad de solicitar Licencia sin Goce de Sueldo, durante dos semestres. Y más aún, señor Santos, al término de mi Licencia, y al presentarme a trabajar a “su” Plantel nuevamente, porque ese era el lugar de mi adscripción, volvió usted a darse el lujo de decirme que no podía recibirme, aun cuando ya no me presentara acompañado por mi madre, argumentando que yo le había “jugado chueco” a usted por no notificarle que solicitaría Licencia Laboral, y que no estaba dispuesto a recibirme en “su” Plantel, si no recibía indicaciones específicas y por escrito de su amigo -¡otra vez su amigo, su amigo autoridad, con quien mantuvo, según señala ahora hipócritamente, distancia crítica!-, Alberto Ceciliano.

¿Así o más claro quiere que le recuerde cómo fue su nefasto comportamiento conmigo?

Que la vida me haya dado la oportunidad de encontrarme con personas como usted, señor José Santos, ha sido una invaluable oportunidad para comprender que ser honestos y hablar con la verdad, no es algo que se aprenda en las escuelas, sino que se trata de una virtud esculpida en nuestra alma por las manos de nuestra madre. Tal vez usted no tuvo quien la tallara en su ser.


DANIEL CAPDEVILLE YEDRA

2 comentarios:

  1. Compañero Daniel considero que su escrito es un retrato fiel del señor Santos, por ello creo que es inútil hacerlo entender razones, ya que carace de la capacidad de pensamiento. Cuando fui DTI en "su" plantel (Iztapalapa 2), este señor permitió todos los atropellos al modelo educativo del IEMS, su incapacidad para comprender el significado de coordinar un plante de educación medio superior lo hacia conducirse como un tirano; el problema más grave fue el número de jóvenes que daño su futuro.
    Una de las causas de mi renuncia al IEMS fue el señor Santos, no me arrepiento porque actualmente me encuentro a punto de terminar mis estudios de doctorado en educación, esto me obliga apensar que el señor Santos desprecia a los maestros con empeño, o lo que es lo mismo no entiende para que sirve la educación, porque su objetivo es favorecer a los intereses políticos de su partido.

    Aunque las autoridades del IEMS son incapaces de escuchar nuestras razones para expulsar de la institución a sujetos, que como el señor Santos siguen abusando tiranicamente de los derechos de docentes y alumnos que están a su cargo.

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    1. Lamento mucho, compañero Antonio, que ya no estés con nosotros en el IEMS pero me congratulo al saber que tu Doctorado es una realidad. Sigamos luchando en contra de estos enemigos de la libertad, desde la trinchera de educadores que hemos elegido. ¡Abrazos fraternos!

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